Cuando llega el final de septiembre y la proximidad del MontphotoFest se acerca, uno empieza a imaginar  alegremente las fotos que se proyectarán en el teatro de LLoret a principios de Octubre.

Y todas las expectativas generadas durante los días previos al festival, expectativas sobradamente justificadas por los grandes nombres del programa de ponencias  y  por el buen sabor de boca de ediciones pasadas, se cumplen sobradamente cuando uno se encuentra allí.

Uno aterriza en el Festival y se sumerge ene conversaciones de viajes, conversaciones de fotográficas, y experiencias varias; conversaciones de la vida, al fin. Y aquellas expectativas imaginadas  también se cumplen cuando gente como Angel Fitor empiezan a proyectar y comentar fotografías submarinas que emocionan, o cuando Fernando Puche empieza a hacerse preguntas y nos ‘obliga’ a hacérnoslas a nosotros también.

También uno se siente alegre al ver y oír de viva voz los tinglados que Béncé Maté tiene montados por tantas partes del mundo y que le permite conseguir fotografías de otras galaxia. Escuchar las experiencias infinitas de Andres Miguel Dominguez, de aquí y de allá. O consejos para montar safaris fotográficos en el África ecuatorial frutos de la experiencia casi infinta de Andrés Magai. O ver la magia de los mundos invisibles a nuestros ojos pero no a la cámara de Daivid Maitland. O ver la evolución fotografica de Jonathan Lhoir hasta su brillante Black and Wild.

Y sobretodo… reencontrarse con compañeros de andanzas y aventuras, que hacen rememorar momentos pasados, complicados y bellos, lejanos y cercanos.

Este año nuevamente, he tenido la suerte de poder estar entre los finalistas de este entrañable concurso, la cual cosa me alegra muchísimo. En esta ocasión la mención de honor que obtuve fue en la categoría de «Actividad de montaña», que ganó indiscutiblemente el fotón «Light of Buddha» de Mikel Besga Echavarri.

Ya deseando que llegue el próximo octubre…